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CAPÍTULO V: COMBATE, VIGILANCIA Y DISCERNIMIENTO
- El combate y la vigilancia (159)
- Algo más que un mito (160-161)
- Despiertos y confiados (162-163)
- La corrupción espiritual (164-165)
- El discernimiento (166)
- Una necesidad imperiosa (167-168)
- Siempre a la luz del Señor (169)
- Un don sobrenatural (170-171)
- Habla, Señor (172-173)
- La lógica del don y de la cruz (174-177)
- Algo más que un mito (160-161)
- Despiertos y confiados (162-163)
- La corrupción espiritual (164-165)
- Una necesidad imperiosa (167-168)
- Siempre a la luz del Señor (169)
- Un don sobrenatural (170-171)
- Habla, Señor (172-173)
- La lógica del don y de la cruz (174-177)
Al comienzo de este capítulo el Papa dice:
“La vida cristiana es un combate permanente. Se requieren fuerza y valentía para resistir las tentaciones del diablo y anunciar el Evangelio. Esta lucha es muy bella, porque nos permite celebrar cada vez que el Señor vence en nuestra vida.” (n. 158)
Desde ese horizonte, vamos a reflexionar y dialogar sobre los contenidos del último capítulo de la Exhortación.
- En tu vida personal y en el entorno social, ¿dónde, cómo y en qué percibes realmente la presencia y fuerza del mal?
- Desde tu experiencia de vida, ¿qué actitudes y recursos consideras fundamentales para combatir y vencer el mal?
- Trata de explicar con tus propias palabras en qué consiste la corrupción espiritual de la que se habla en los números 164-165 de la Exhortación.
- ¿Cómo tratas de descubrir y realizar el proyecto de Dios para tu vida? ¿En qué momentos y/o circunstancias? ¿Con qué medios o ayudas?
- ¿Cómo revisas habitualmente tu vida? ¿Cuentas con un proyecto personal de vida cristiana? ¿Lo compartes con alguna otra persona?
De la 1ª Carta del apóstol San Pablo a los Tesalonicenses (5,14-23):
Esto os recomendamos, hermanos: a los perezosos amonestadlos, a los deprimidos animadlos, a los débiles socorredlos, con todos sed pacientes. Cuidado, que nadie devuelva mal por mal; buscad siempre el bien entre vosotros y para todos. Estad siempre alegres, orad sin cesar, dad gracias por todo. Eso es lo que quiere Dios de vosotros como cristianos. No apaguéis el espíritu, no despreciéis la profecía, examinadlo todo y quedaos con lo bueno, evitad toda especie de mal. El Dios de la paz os santifique completamente; os conserve íntegros en espíritu, alma y cuerpo, e irreprochables para cuando venga nuestro Señor Jesucristo.